lunes, 11 de abril de 2016

¿Resurrección de la carne o resistencia al Lógos (Discurso)?

Heráclito, F 63
Aun estando ahí delante, (contra él) se alzan y se erigen en guardianes de vivientes despiertos y de cadáveres.

Hipólito, el obispo romano que rescató este fragmento del libro de Heráclito en el s. III de nuestra era, vio en él la resurrección de la carne propiciada por Dios. No es el único: está bastante difundida la interpretación escatológica de este texto, aunque sea en los términos, ya no necesariamente cristianos, de una supervivencia póstuma del alma humana. 

Vigilar a los vivos y a los muertos, colaborando en el orden cósmico simbolizado por el Lógos-fuego, sería un privilegio al alcance de unos pocos: de aquellos 'héroes' que han hecho de su vida una lucha sin tregua y han sabido ver la lucha que hay en todas las cosas y la unidad profunda que tal 'agonía' precisamente garantiza. Las almas de aquellos que han sabido vivir con los ojos realmente abiertos y han escuchado el Lógos son también, tras levantarse de sus cuerpos sin vida, los guardianes y protectores tanto de quienes están en vela mientras viven como de quienes mueren.

Sin embargo, las palabras de Heráclito pueden interpretarse perfectamente sin recurrir a la esperanza de una vida ultraterrena del alma. El Lógos está ahí, delante de nosotros (F 72, F 17), por más que la mayoría de la gente ni siquiera se percate de ello (F 1). Como no lo reconocen, lo atacan sin piedad (F 97), se alzan contra él como si amenazara su confortable mundo de certezas heredadas (F 74). 

Quienes se revuelven contra el Lógos protegen a cuantos viven despiertos pero ajenos al Discurso: son guardianes de sí mismos y de cuantos piensan como ellos sin prestar oído a la unidad de los contrarios. Están despiertos pero les pasa desapercibido cuanto hacen despiertos, igual que olvidan cuanto hacen en sueños (F 1); están vivos pero en realidad es como si no vivieran, como si fueran meros cuerpos inertes: al nacer, obtienen lotes de muerte (F 20), porque viven de espaldas a la vida del cosmos, que es el Lógos-Fuego. Por eso, los sabios protectores de las verdades de la tribu, transmitidas de generación en generación, lo único que hacen es socorrer a quien ya no precisa ayuda, pues es cadáver.

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